Las buenas intenciones de Viviano de León, de ayudar a esta principiante, no pueden olvidarse, “Buenos días Carolina, ven para que conozcas la sala de redacción”. Pocas palabras en mi vida habían llenado de tanta emoción a mi corazón.
La ilusión al entrar a una sala de redacción, mucho más fuerte que la de un estudio de televisión, me ha hecho encontrar mi verdadera pasión. Escribir es mi refugio y mi mejor amigo es mi consuelo y compañía.
“Vamos a pasar con don Fabio”, me dijo, (sub director del Listín Diario en ese momento). Una conversación muy amena entre los tres, en la cual pude notar, tomaban de mí un curriculum verbal. Al final del dialogo, mis esperanzas se desvanecieron con aquellas palabras “nada Carolina, debes esperar el próximo año, lamentablemente las reglas no nos permiten incluir pasantes antes de esa fecha”.
La noticia de que lo que busco no es posible, me deprime, pero me dio fuerzas y coraje para buscar mi sueños por otro rumbo. Fuerzas para tocar cuantas puertas sean necesarias hasta hallar la acogida a mis esperanzas.
Salgo del lugar con mil dudas en la cabeza, con la confusión de las pasadas decisiones y con la incertidumbre de no saber qué hacer.
Llego a mi casa y pienso, cuál será el camino que me lleve a mi destino. Hago llamadas que me animan y otras, que más reales, me muestran lo difícil del camino…
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